Para mí, el mes de octubre, en el mundo de la Epilepsia, es muy especial que me gustaría compartir con vosotros.
El martes 13 de octubre de 1998 di el paso más grande de mi vida del cual no me arrepiento y del que cada vez me siento más orgullosa. Decidí entrar en quirófano e intervenirme de Epilepsia, ya que no hay nada imposible en esta vida que aquello que no intentas, y esto no iba a ser uno de esos factores, además de estar empezando a entrar en estado vegetativo.
Este año estoy muy emocionada y feliz a la vez de ese día, el motivo es verme que hoy por hoy tengo una vida propia y que gracias a ello, ese mismo día pude disfrutar de mi gran pasión, conducir mi coche y viajar en moto rodeada de gente que aprecio y sentir el aire en mi cuerpo.
Puedo tener una libertad, una independencia y puedo tomar las riendas de mi vida.
Creemos que la virtud de ser independientes es una obligación que nos tiene que venir sin más en la vida, pero solo quienes conocemos este campo sabemos que es un regalo que nos da el destino cada día y por eso hay que ser agradecido y bendecir cada día que pasa de poder ser feliz.
No tenemos que sentirnos desdichados por esto que nos ha tocado vivir, sino considerarlo como una constancia de lecciones para ser más fuerte y más valiente en cada momento y nunca tener miedo a levantarte cada día pensando en que hoy va a ser el día en que vuelva a aparecer otra crisis.
Hay que ser optimista y sobretodo, disfrutar cada segundo que pasa.
Son 104 puntos los que hay en mi temporal derecho y aún conservo cada una de las grapas como un tesoro para hacerme ver lo valiente que fui y todas las vivencias de aquellos días. Gracias a todo ello es el resultado de lo que hoy por hoy puedo hacer por mí misma.
En esta sociedad que estamos hoy por hoy no somos tratados como debemos, por eso si no estás tratado con amor y respeto debes revisar la etiqueta del valor que tienes porque tal vez lo bajaste mucho. Somos nosotros quienes le decimos a la gente cuanto valemos, así que tenemos que salirnos del cajón de rebajas y colocarnos detrás del cristal donde se guardan las cosas de más valor.
Lo que os quiero decir compañeros para despedirme es que aunque el camino se vea muy oscuro al final del túnel siempre hay una luz, por muy pequeña y difícil que sea de llegar a ella nunca tenemos que dejar de luchar por nosotros y por todos los que nos acompañan en nuestro día a día ya que no hay mayor satisfacción que ver cómo superamos las dificultades que se presentan y ver que hemos alcanzado el éxito.
Cada reto que superamos es un logro conseguido y hay que estar orgullosos de esto mismo.
¡NUNCA DEJES DE SOÑAR!
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